La vida actual, son su ritmo vertiginoso, los llamados medios de comunicación, muchas veces más preocupados por la polémica y el escándalo que por la verdad, las redes sociales que permiten el exabrupto anónimo e irreflexivo, la insolidaridad y la crispación que se extiende como una mancha de aceite, son árboles que parecen mostrarnos un bosque de inhumanidad y hasta de maldad, sin que haya más realidad que esa tan terrible.
Sin embargo, afortunadamente no es así.
Cuando una persona pasa por un trance complicado, la vida le regala seres humanos con mayúsculas que saben ver a su prójimo, y no solo poner a su disposición toda su profesionalidad sin límites y gratuitamente, sino que añade un plus de cariño, calor afectivo e incluso simpatía que reconforta.
Es entonces cuando te das cuenta que la esperanza se encarna en ellas, y que esas son las imprescindibles.