Se estrena una nueva Corporación Municipal en mi ciudad.
En ella no estará, por decisión propia, Mercedes González, que fue Concejala de Educación de Oviedo por el grupo Somos, y que unos meses antes de las elecciones afirmaba que dejaba la política, decepcionada y por motivos de salud que exponía con gran sinceridad y valentía.
Son estos tiempos de desafección de la ciudadanía por la política y por los políticos, cansada aquella del papelón (sic) de una gran mayoría de estos últimos, con sus discursos llenos de palabras tópicas y huecas, de discursos repetitivos y sin contenido, cuando no groseros, de luchas con el enemigo, que no adversario, por la consecución del poder a costa de lo que sea.
Demasiados políticos se olvidan, por mucho que con la boca pequeña lo declaren, de las necesidades e intereses de esa ciudadanía, que paga sus escandalosos sueldos y otras prebendas. Esta ciudadanía siente hartazgo de negocios turbios y corrupciones sin límites, de cortedad intelectual que se trata de disfrazar con currículos amañados o directamente falsos, o con mentiras que se proclaman sin el más mínimo sonrojo.
En tiempos de todo esto y más, que justifica la citada desafección, personas del talante, la honradez, la generosidad, la coherencia y la dedicación sincera de Mercedes González significan, sin duda, un resquicio a la esperanza. No cabe duda que alguna exigua minoría más existirá con esas características, pues hasta en Sodoma y Gomorra acabaron encontrándose diez justos, pero tampoco me cabe ninguna duda que son casos excepcionales hasta la anécdota.
Por todo lo anterior, hace pocos días un grupo de amigos quisimos reunirnos en torno a ella para testimoniarle nuestra admiración y respeto hacia su persona, y también hacia su legado en favor de nuestra ciudad y nuestros convecinos. Con personas así, poco importa con que siglas se presenten.
Solo desearía que su obra, entre la que, a bote pronto y a modo de pequeño ejemplo, recuerdo la mejoría en becas y ayudas, la Universidad Popular, la Escuela de Salud, ese despacho siempre abierto como espacio de escucha y diálogo sin límites, sea mantenida como un punto de partida para seguir progresando, y no se caiga en la tentación de eliminarla solo por rivalidades estériles y poco comprensibles. Craso error cometerían a la vista de los ciudadanos quienes lo hicieran.