Aún con la que desgraciadamente está cayendo, Oviedo es un buen lugar para la música.
Sin ir más lejos esta semana pudimos disfrutar del concierto de abono de nuestra Sociedad Filarmónica, que hacía el nº 15 de este año 2013 y el 1.897 de la historia de la Sociedad, a cargo del dúo compuesto por Mariana Vasileva al violín y Vadim Gladkov al piano. Sin entrar en otras consideraciones estilísticas, tanto el programa de mano (desconocemos su autor) como el atinado comentario de Iván Román en el diario La Nueva España de hoy sábado, 23, coinciden en calificar a Vasilieva como la posible próxima primera dama del violín.
No pudimos disfrutar del Pasado, presente y futuro de la vihuela española, concierto que tuvo lugar el mismo día con 15 minutos de diferencia en el patio de nuestro Museo Provincial de Bellas Artes, y perfectamente reseñado por Aurelio Argel, en el mismo diario, porque no se puede estar en todas partes al tiempo. ¡Qué más quisiéramos!.
Pero el culmen de la emoción musical llegó al día siguiente, en el concierto de abono de nuestra OSPA. Como una premonición, los astros coincidían, y se daba la circunstancia de que era 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, patrona de la música, y justo también el día en que se cumplía el centenario del nacimiento del gran Benjamin Britten. Pues bien, nuestra OSPA y los coros de nuestra Fundación «Príncipe de Asturias», dirigidos por la magistral batuta del maestro Rossen Milanov, interpretaban su excelso War Requiem. De todas sus excelencias y de los múltiples aspectos que entroncaron su magistral interpretación con detalles que llegaban a lo más profundo de los sentimientos y su expresividad, por respeto a mis pacientes lectores, prefiero que lo cuente otro maestro, Pablo Siana, en su blog para mí de referencia y en concreto en su entrada Colosal Britten , que comparto palabra por palabra, y de la que obtendrán mucha mejor información.
Y llegamos al sábado. Día que por una serie de circunstancias de tipo personal, y que ahora no vienen al caso, estuvo para mí preñado de tensiones emocionales, así que cuando a esa hora mágica del atardecer que son las ocho de la tarde, nuestra Fundación Ópera de Oviedo me regaló un divertimento simpático y relajante con es el Don Pasquale, de Gaetano Donizetti, mi alegría fue doble.
Pero las agradables sorpresas que siempre deparan la calidad y la búsqueda de la excelencia no habían concluido.
Nos encontramos ciertamente con un libreto aparentemente, y solo aparentemente, sin complicaciones, en el que el alegre desatino de su final borra algunos resquemores que la acción contemplada únicamente con los ojos de lo políticamente correcto de la actualidad podrían plantearnos al final del segundo acto. Sería innecesariamente puritano rizar el rizo del análisis de valores respecto de la sinceridad, el respeto de género, etc., sin ponerlo en el contexto de su época y de su intención de mero divertimento.
Pero es que eso está acompañado de un irreprochable tratamiento musical, perfectamente interpretado por nuestra excelente orquesta Oviedo Filarmonía, que crece y crece en manos de ese artista integramente humanista que es el maestro Marzio Conti, que está creando, junto con el maestro Milanov, auténtica cultura musical popular, rescatándola de encorsetamientos y fosilizaciones elitistas.
Todos, o al menos casi todos, estamos de acuerdo en que la ópera además de música, es teatro. Pues bien, en este caso la puesta en escena a cargo de Curro Carreres, raya lo, para mí gusto, ideal. Descriptiva, directa, variada, entretenida, sencilla, elegante. Decididamente, me encantó.
¿Y las voces?. Ah, las voces!. El grito me surge a borbotones: Maravillosa nuestra Beatriz Díaz, nuestra asturianina, bellísima voz, excelente interpretación y compromiso con el papel. Y también, admirada emoción por Carlos Chausson. Entrega total, excelente voz, interpretación magistral, encomiable derroche de facultades líricas, actorales, ¡y físicas!. No le van atrás Bruno Taddia en el Dr. Malatesta, que compensa sus diferencias líricas con su gran papel actoral. ¿Qué sobreactúa?. Quizás pero el papel no solo lo permite, sino que incluso se enriquece con ello. No olvidemos que es una obra bufa. ¿Y José Luis Sola?. Admirable, preciosa voz, que cumple su cometido lírico y actoral con más que notable acierto, teniendo que «cargar» con llevar a buen puerto su papel así, de sopetón.
El coro, nuestro coro, como siempre, es decir, superior.
En definitiva, un lujo, un placer, un regalo de la vida, a la que una vez más, y no me cansaré nunca, le doy las gracias.
Pero, como siempre, la cosa no acaba ahí. Lo mejor, compartir todo esto, compartirlo con los amigos que sesión de abono tras sesión, vamos haciendo, y sobre todo, sobre todo, compartirlo con mi hija.
Y como la carne es débil, y la mía mucho más, todo esto se incrementa si se rubrica con una buena cena. Hoy mi hija y yo fuimos a un local nuevo, LimaYLimón, en la calle Los Pozos. Muy buena cocina, personal de sala con excelente atención, ambiente muy agradable, y precios más que razonables. Francamente, se lo recomiendo.
En definitiva, queridos y pacientes lectores míos, les deseo que la vida les trate tan generosamente como a mí, y que lo sepan apreciar, y compartir.